Últimamente me doy cuenta que, cada vez más, me fijo mucho en la duración de un largometraje. A veces suele ser antes de empezar la visualización del mismo, para saber en que embolada me voy a enrolar. Sin embargo, otras veces es al terminar, por dos motivos: o bien se me ha hecho cortisima o bien me ha parecido un auténtico coñazo.
Y partiendo de esta última premisa, muchas veces me pregunto porque nadie se da cuenta que hay películas que deberían de ser cortadas antes o, si más no, divididas en dos partes. Tampoco quiero que se me malinterprete, puesto que hay películas de casi tres horas de duración (o más) que he disfrutado como un crío. Hablamos de 'La lista de Schindler', toda la saga de 'El señor de los anillos', 'Titanic', 'El lobo de Wall Street' o las dos últimas entregas de 'Los Vengadores'. Del mismo modo, soy carne de festival de cine de terror, en el cual trago muchísima basura o bazofia que apenas llega a la hora y media de metraje.
La pregunta pues, no es tanto cuanto debería de durar una película, como medida universal en la que debamos regirnos, en la que no debes de pasarte de X tiempo dependiendo del genero o lo que se explique. Más bien se trataría de hacer retrospectiva sobre que quiero que la gente vea, cuanto tiempo estoy dispuesto a invertir en una película que sea amena. Es ahí donde reside el ritmo de la misma o lo que se esté explicando. Sería un sacrilegio reducir 'La lista de Schindler', por ejemplo, pero no lo sería tanto si hablásemos de, por ejemplo, 'Midsommar'.
Hablemos pues de 'Midsommar' por hablar de una película cualquiera, también me habría servido '2001: Odisea en el espacio', pero eso lo dejaremos para otra ocasión. En el caso de 'Midsommar', bien es cierto que el ejercicio que nos propone Ari Aster, en su película de casi dos horas y media, es un bello ejercicio de cine con muchísimos fotogramas para enmarcar, pero ¿realmente merece el espectador estar, durante dos horas y media, viendo florituras y de más? ¿A caso no podríamos haber recortado el metraje para que, una película interesante, visualmente atractiva y ambiciosa, no cayese en un ejercicio repetitivo que llega a estancarse?
Asimismo, en el caso de 'Midsommar', existen predecentes de otras dos obras que se asemejan en cuanto a su trama y estilo: 'La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra' (Robert Eggers, 2015) y 'The Wicker Man' (Robin Hardy, 1973). Ambas duran hora y media. La primera tiene la misma esencia de 'Midsommar', es un terror psicológico muy bien llevado, en el que se ve poco pero te mantiene atento. Con 'The Wicker Man' podemos afirmar que se trata de una película en la que 'Midsommar' se basa. Ambas buenísimas, aclamadas con el paso del tiempo por el publico y la crítica y duran, exactamente, una hora menos que 'Midsommar'.
Bien cierto que es que si una película de hora y media de metraje se hace pesada, hay algo que no se está haciendo bien. No obstante, a fin de cuentas, nadie puede negar que Spielberg o Peter Jackson no hiciesen un ejercicio brutal a nivel cinematográfico con sus obras de más de tres horas de duración, de las cuales podemos rescatar la famosisima escena de la niña en 'La lista de Schindler', ejercicio visual de belleza pura.
Por todo ello, lanzo dicha pregunta: ¿qué películas has creído que, por su duración, pierden calidad? Está claro que todo autor decide cuanto metraje invierte en sus obras y que podremos aceptar de mejor o peor manera, nadie puede negar eso. Aunque del mismo modo, el propio espectador puede decidir salir de la sala o apagar la TV cuando se siente algo estafado o perdido, pues la película ha perdido su rumbo.
¿De qué va? En junio 1.971, el Washington Post, el New York Times y los principales periódicos de EE.UU. tomaron la decisión de posicionarse en favor de la libertad de expresión, informando sobre los documentos del Pentágono y el encubrimiento masivo de secretos por parte del gobierno durante cuatro décadas y cuatro presidencias estadounidenses. En ese momento, Katherine Graham (Meryl Streep), propietaria del Post y su editor Ben Bradlee (Tom Hanks) intentaban relanzar un periódico en decadencia. Juntos tuvieron que tomar la decisión de apoyar al New York Times y luchar contra el intento sin precedentes de la administración Nixon de restringir la Primera Enmienda.
La crítica
Independientemente de lo admirador que uno sea de su persona y de su carrera, acudir a ver una película de Steven Spielberg supone ir a lo seguro.Como espectador podremos disfrutar más o menos del espectáculo, pero es innegable que pocos directores son capaces de mostrar la grandeza de su cine película tras película tal y como él lo hace. Da igual que hablemos de una gran superproducción o de un film de autor. Spielberg utiliza todo su talento y recursos para explicarnos, de la mejor manera posible, cualquier tipo de historia y lo hace con una facilidad pasmosa. Todo esto queda demostrado en cada uno de los minutos de 'Los archivos del Pentágono', una película que, además de contar un pedazo de la historia reciente de los Estados Unidos de manera apasionante, nos ofrece un claro y contundente mensaje político.
Que conozcamos de antemano la historia y su resolución no es impedimento para encontrarnos con un trepidante thriller que logra mantenernos en vilo en todo momento, logrando incluso algunos momentos de auténtico suspense. Spielberg logra transportarnos directamente al Washington Post, donde casi podemos oler el tabaco que se fumaba sin parar mientras mueve la cámara por los pasillos de su redacción de forma magistral, coreografiando las entradas y salidas de todos los personajes como si de un ballet se tratase. Al mismo tiempo, nos ofrece un contundente alegato feminista desde el púlpito virtual que le ofrece el personaje de Kay Graham (Meryl Streep), a la que prácticamente siempre vemos rodeada de hombres que la miran con cierto desprecio por creerla una intrusa en su mundo. Aunque su familia era la propietaria del Washington Post, su padre le encomendó la dirección a su marido. Fue después del suicidio de éste cuando Graham tuvo que coger las riendas del negocio, que además pasaba por uno de sus peores momentos. Su personaje evoluciona durante toda la película y pasa de ser una mujer que pide perdón cada vez que da su opinión a ser la que toma la decisión más difícil de todas.
No hace falta decir que la actuación de Streep es, una vez más, perfecta, al igual que todos y cada uno de los integrantes del reparto. Desde un Bob Odenkirk que es el encargado de llevar sobre sus hombros el peso de la investigación a un Tom Hanks encarnando al prototipo ideal de periodista, un Ben Bradlee que incluso llega a recordarnos a la interpretación que del mismo personaje hizo en su momento Jason Robards en 'Todos los hombres del presidente'.
No es casualidad que el referente más claro de 'Los archivos del Pentágono' sea 'Todos los hombres del presidente' (Alan J. Pakula, 1976). Es más, podríamos decir que Spielberg ha filmado la precuela de aquella. El asunto de los papeles del Pentágono fue el principio del fin de Richard Nixon, que acabaría dejando la presidencia de los Estados Unidos debido al caso Watergate y Spielberg filma su última escena calcando un plano del inicio de la película de Pakula, enlazando así ambos films a la perfección.
Los últimos trabajos de Steven Spielberg han ofrecido un estilo mucho más clásico, algunos dicen que hasta aburrido. Nada más lejos de la realidad. A estas alturas, Spielberg no necesita demostrar nada. Simplemente coloca la cámara y rueda, sin estridencias ni trucos innecesarios (esa primera escena en la que coinciden Tom Hanks y Meryl Streep, rodada en su mayor parte sin corte alguno, dejando fluir el diálogo entre ambos) y nos ofrece una lección de historia en toda regla y un film sensacional en el que recrea a la perfección una época en la que la profesión de periodista la formaban tipos con un sentido del honor prácticamente inquebrantable.
Si en su momento 'Todos los hombres del presidente' consiguió que muchos jóvenes estudiaran periodismo, 'Los archivos del Pentágono' puede hacer reavivar la vocación en aquellos que tal vez, visto lo visto hoy en día, hayan perdido la fe en la profesión. Información de más
Con esta película, su quinta colaboración juntos, Tom Hanks rompe el récord ostentado por Harrison Ford de ser el actor más veces dirigido por Spielberg.
El verdadero Ben Bradlee fue vecino de Spielberg durante más de 15 años.
En la versión doblada, Meryl Streep no ha sido doblada por su voz habitual en castellano, Rosa Guiñón, sino por Vicky Peña.
Cierto es que hubiésemos preferido pasar los calurosos días de este ya extinto verano de 2016 en alguna playa paradisíaca, decidiendo cómo pasar las horas. Tal vez tostando nuestra ya de por si blanquecina piel bajo el sol o remojándonos en las cristalinas aguasde susodicha playa. Sin embargo, como nuestro presupuesto no daba para mucho más que comprar una piscina de plástico donde remojar los pies decidimos refugiarnos en todas aquellas salas de cine donde el aire acondicionado estuviese lo suficientemente alto como para congelar cualquier parte de nuestra anatomía.
Tanta asiduidad a las salas cinematográficas nos ha permitido dos cosas: la primera, mantener nuestro color blanquecino, digno de cualquiera de los vampiros de la saga 'Crepúsculo', y la segunda y más importante, la de elaborar un ranking con lo mejor y lo peor de este verano.
No ha sido una temporada de grandes películas, pero si de alguna que otra decepción mayúscula y más de una sorpresa que uno no esperaba en absoluto. En lo más alto de nuestra lista encontramos a Steven Spielberg y 'Mi amigo el gigante', película a la que se ha atacado diciendo de ella que es lenta y aburrida, cuando ésta es su mayor virtud puesto que lo que algunos confunden con lentitud y aburrimiento es simplemente una forma de narrar la historia que remite a un cine de otras épocas, mucho más pausado.
Es curioso que a Spielberg se le ha alabado muchas veces por ser fiel a ese estilo clásico suyo tan característico, no dejándose llevar por la tentación de un montaje mucho más moderno y acelerado. Justo ahora, cuando ha decidido hacer su película más clásica, los palos le han caído por todos lados. Pero pasarán los años y llegará el día en que 'Mi amigo el gigante' sea encumbrada como la pequeña joya que es. Siguiendo de cerca a Spielberg y su gigante, otro film que ha sido ignorado en su paso por las salas y que con el tiempo también será reconocido como película de culto: 'Dos buenos tipos'.
Al igual que la película de Spielberg su aroma añejo ha sido el principal blanco de las críticas que ha recibido cuando esa es su mejor baza. No se conforma con ser una de las mejores buddy movies de los últimos tiempos, gracias en parte al gran trabajo de Russell Crowe y un enorme Ryan Gosling, si no que además nos ofrece una película con un ritmo vertiginoso que no decae en ningún momento, gracias al estupendo guión y dirección de Shane Black.
Muy lejos de los dos primeros puestos encontramos nuestras dos siguientes propuestas, películas que a pesar de no ser redondas son más que aceptables, algo que no hubiésemos dicho nunca de la nueva 'Cazafantasmas'. A priori, era una de las que tenía más números para ser destrozada por todo el mundo pero una vez vista uno no puede más que rendirse a la evidencia de que es uno de los remakes más decentes que podremos encontrarnos jamás, y eso es gracias a la aplicación de la fórmula empleada por J. J. Abrams con Star Wars, es decir, copiar prácticamente la estructura de la película original para presentar algo que parezca nuevo.
En su descargo, diremos que Abrams utiliza esta técnica mucho más inteligentemente que no Paul Feig, que se ha limitado a variar muy pocas cosas del original pero que ha conseguido algo impensable: controlar a Melissa McCarthy evitando que se convierta en la actriz exagerada y sobreactuada que suele ser. Otro remake que merece ser destacado es el de 'Peter y el dragón', acertada nueva versión del clásico Disney de los años 70 y, todo hay que decirlo, es una de sus peores películas. Parece ser que Disney apuesta ahora por rehacer todos sus antiguos films, una fórmula magistral que le supone un esfuerzo mínimo y que le reporta numerosos beneficios.
Esta nueva versión, al igual que el nuevo diseño del dragón es menos infantil y más oscura y sólo se le puede achacar falta de garra a los villanos, sin dejar de lado esa escena final que es totalmente prescindible, prácticamente echa a perder lo conseguido con la moraleja del film.
Entramos ya en una zona donde encontramos películas de las que se esperaba mucho y hayan sido o no un éxito en taquilla, nos han dejado más fríos que otra cosa. Tanto 'Star Trek: Más allá' como 'Expediente Warren: el caso Enfield' y 'Buscando a Dory' siguen con precisión a sus predecesoras en las respectivas sagas consiguiendo resultados dispares. Por lo que respecta a las nuevas aventuras del capitán Kirk y compañía, el intento de conseguir un film que conmemore los 50 años de la saga y deje contento tanto al fan acérrimo como al espectador puntual, da como resultado un film que navega entre dos aguas constantemente y acaba siendo un producto algo desequilibrado, aunque tremendamente entretenido.
Querer hacer una secuela de un éxito tan potente como fue el primer 'Expediente Warren' era algo complicado y algo practicamente imposible de conseguir si el director no volvía a ser James Wan. 'Expediente Warren: el caso Enfield' no aporta nada nuevo al género pero vuelve a demostrar que Wan es capaz de sacar petróleo de cualquier lugar volviendo a demostrar que es el auténtico rey del género en estos momentos.
Pero si intentar superar la primera 'Expediente Warren' ya era algo difícil querer hacer lo mismo con 'Buscando a Nemo' era casi una misión suicida. Sabemos que Pixar se toma muy seriamente esto de las secuelas y que no ofrecerían más de lo mismo y 'Buscando a Dory' casi lo consigue. Dejando de lado que visualmente es una auténtica obra maestra (cada nuevo film de Pixar supera al anterior técnicamente hablando) la historia no consigue atrapar al espectador de la misma manera que lo hacía su predecesora.
Además, presenta un preocupante bajón en el ritmo de la historia hacia la mitad de la película del que afortunadamente sale gracias a un final apoteósico y sobre todo, a la presencia de el pulpo Hank. ¡Por favor Pixar, que vuestro próximo proyecto acuático sea 'Buscando a Hank'!
Y si hasta ahora caminabamos por Tierra de Nadie, el camino nos dirige directamente al propio infierno cinematográfico, donde el visionado de algunas películas puede llegar a causar vergüenza ajena. La pregunta que nos hicimos cuando supimos del proyecto de 'La leyenda de Tarzán' era: ¿hacía falta otra película de Tarzán? La respuesta era evidente, un NO rotundo. Aún así, los responsables del film siguieron adelante con su idea vendiéndonos que era una nueva vuelta de tuerca a la leyenda del hombre mono... Pues os voy a decir una cosa: esa nueva versión no se ve por ningún sitio, al igual que la química entre Alexander Skarsgard y Margot Robbie, Tarzán y Jane respectivamente. Eso si, podemos deleitarnos con toda una serie de animales digitales que rozan la perfección y con la desganada actuación de Christoph Waltz que está deseando pasar por caja para cobrar su cheque y olvidarse del film, al igual que hacemos nosotros nada más salir de la sala.
También hemos tenido descalabros y decepciones durante esta época estival. El más sonado tal vez el de 'Escuadrón Suicida', un film que prometía en su planteamiento inicial, que tras ver sus trailers aún prometía más y que decepcionó en su gran parte a la mayoría de espectadores. Es evidente el problema que tiene la película y no tiene nada que ver con su calidad artística. El verdadero problema son las ganas que tienen Warner y DC por imitar a Marvel en el desarrollo de su universo superheroico. Esas prisas por comerle el terreno a su rival hace que la mayoría de sus proyectos luzcan apresurados y confusos, sobretodo por la pésima idea que representa quitarle al director la posibilidad de montar el largometraje tal y como él hubiese deseado, remontandolos a gusto de la compañía para que sean aptos para cualquier público. Estamos seguros que el montaje del director de 'Escuadrón Suicida' será mucho mejor que lo visto en salas, pero parece que con tal de poder estrenar la película en la fecha indicada a los dirigentes de ambas compañías les importe poco presentar un film fallido sabiendo que meses más tarde podrán presentar una edición en bluray con montaje adicional.
Tal vez este nuevo montaje nos ofrezca un film superior o con algo más de sentido y eso es algo que no conseguirá 'Independence Day: Contraataque', absurda segunda parte que pretende darle una vuelta a todo lo ya vivido en la primera entrega pero que acaba siendo una mala copia del original. Tramas absurdas, actores pésimos y situaciones rozando la vergüenza ajena hacen de la película una de las secuelas más inútiles vistas en los últimos años que, eso si, ofrece unas estupendas escenas de destrucción gracias a que la mayor parte del presupuesto se ha empleado en unos FX de primer nivel. Querido Will Smith, ahora entendemos por qué rechazaste participar en la película.
Y como se suele decir, hemos dejado lo mejor para el final, o en este caso lo peor, porque la película que tiene el honor de coronarse como la peor de todas las estrenadas este verano es 'Mascotas', un film que empieza como un cohete pero que se desinfla a los pocos minutos, justo en el momento en el que entra en escena el personaje de Duque. Es evidente que el film de referencia de 'Mascotas' es 'Toy Story' pero lo que en ésta era el punto fuerte de la película y en la que se sustentaba toda la trama, la relación entre los dos principales protagonistas, aquí está muy mal estructurada, básicamente porque el personaje de Duque es tremendamente antipático. La trama principal es tan básica que ni el ritmo endiablado con el que suceden las cosas consigue despertarnos del letargo en el que hemos quedado sumergidos, seguramente porque el tono humorístico escogido para la película sólo puede gustarte si no tienes más de 4 años. A pesar de todo, 'Mascotas' ha acabado siendo la película más taquillera del verano y sus responsables ya han adelantado que trabajan en su inevitable secuela.
Con la llegada del fresco otoñal esperamos también la llegada de propuestas cinematográficas mucho más estimulantes, cosa que, visto lo visto, no será demasiado difícil. Notas:
Hace unos cuantos años que a Steven Spielberg se le acusa de ser un director demasiado clásico. Eso no sería un problema si no fuese porque la mayoría de los que le acusan de clásico confunden ese clasicismo con aburrimiento. Con 'El Puente de los Espías' Spielberg no sólo les quita la razón a los que piensan eso de él si no que vuelve a dar una lección magistral de dirección.
¿De qué va? James Donovan (Tom Hanks) es un abogado de Brooklyn que se ve súbitamente inmerso en plena Guerra Fría cuando la CIA le encomienda defender al espía soviético Rudolf Abel (Mark Rylance), para posteriormente enviarle a Berlin a negociar un intercambio de presos y conseguir así la liberación de un piloto de avión estadounidense capturado y un joven estudiante.
La crítica Estamos de acuerdo en que ser un director clásico no tiene por qué ser malo. No hay otro director actual al que se le de mejor dirigir un film de estas características que a Spielberg. Pero es evidente que pocos directores como él pueden permitirse el lujo de dirigir films así. La grandeza de 'El Puente de los Espías' está en la personalidad que imprime su director al relato. En manos de otro realizador la película no pasaría de ser correcta, un buen film, pero seguramente insulso y aséptico.
En cambio, y por fortuna para nosotros como espectadores, el que maneja las riendas de todo el tinglado es Steven Spielberg que, además de su maestría como director posee suficiente poder (y dinero) dentro de la industria para levantar un proyecto de tal magnitud y poder rodarlo con todo lujo de medios. Estamos ante una película sobria y contenida que explica una historia apasionante y lo hace de una manera sosegada, con una elegancia espectacular. Spielberg nos mete dentro de la historia casi sin que nos demos cuenta. Todo da comienzo con una escena magistral que además de servir de presentación del personaje de Rudolf Abel (extraordinario Mark Rylance) deja muy claro al espectador por dónde van a ir los tiros durante todo el film. El ambiente genera una tensión máxima pero está rodada de tal manera que uno enseguida se da cuenta que 'El Puente de los Espías' no será una obra trepidante (léase película de Michael Bay) pero eso no será un impedimento para que el relato nos apasione.
Contrariamente a lo que uno podría haber esperado de Spielberg en un film como éste, otro de los aciertos de la película es que no se posiciona a favor de ningún bando. En ese sentido prefiere centrarse en mostrar los errores en ambos bandos señalando tanto a americanos como a soviéticos. Eso deja en bandeja que el héroe de la función sea el personaje de Tom Hanks, un americano de pura cepa, con unos principios firmes y para el que los valores familiares y democráticos que le ofrece su amado país son lo mejor que hay.
En ese sentido podemos discutirle a Spielberg esa tendencia a incluir siempre escenas algo moralizantes que pueden llegar a almibarar demasiado el discurso final. Un ejemplo de ello son esos planos de Hanks mirando a través de las ventanas del tren en Berlin, viendo como ametrallan vilmente a los que intentan saltar el muro y en contraprestación, el mismo plano viendo también por la ventanilla del tren de su ciudad cómo unos niños saltan unos muros para simplemente jugar unos con otros...
Ese personaje, que en otra época sin duda hubiese sido interpretado por James Stewart (posiblemente dirigido por Frank Capra, un director al que Spielberg le debe mucho) está interpretado a la perfección por un Tom Hanks que se muestra más cómodo que nunca al lado de Spielberg (esta es su cuarta colaboración juntos). Su actuación es admirable y posiblemente le reporte una nueva nominación al Oscar, al igual que a su compañero de reparto Mark Rylance, auténtico triunfador de la película, cuya interpretación del enigmático espía Rudolf Abel, un hombre de una tranquilidad pasmosa del que nunca sabemos a ciencia cierta lo que está pensando, es de una sencillez apabullante (sólo por la cara de Rylance cada vez que Rudolf pregunta si mejoraría algo su situación si expresase su preocupación merecería ya la nominación).
A Spielberg le gusta rodearse siempre de los mejores. Puede permitírselo. En esta ocasión el guión viene firmado por los hermanos Coen a los que podemos reconocer en los momentos más humorísticos del relato, escenas que sirven para aligerar de vez en cuando la carga dramática del film, algo muy bien acentuado por la gran fotografía de un habitual en la filmografía de Spielberg, Janusz Kaminski, que disfruta iluminando todo el film a base de contrastes y tonalidades frías algo que ayuda a acentuar el gélido clima de toda la acción que sucede en terreno alemán.
Otro de los habituales de Spielberg, el compositor John Williams ha sido sustituido esta vez por Thoman Newman. Se hace hasta raro ver una película de Spielberg sin música de Williams (el Maestro no pudo encargarse de la composición debido a unos problemas de salud que le obligaron a pasar por quirófano) pero, y aunque personalmente me cueste reconocerlo, el trabajo de Newman está a la altura, con una partitura muy sobria y muy acorde con el tono general de la película.
Con 'El Puente de los Espías' (e incluso ya con anteriormente con 'Lincoln') Spielberg parece haberse desprendido de una carga que le obligaba en cierta manera a ser ese gran director de cine-espectáculo que tan buenos ratos nos ha hecho pasar. Su cine ha evolucionado y parece haber entrado en una fase muchísimo más madura.
Es curioso que ese cine más festivo en su momento le valió a Steven Spielberg la etiqueta de cineasta moderno de paso ahora a algo mucho más cercano al Hollywood clásico. Y estamos convencidos de que seguirá rodando esas películas mucho más festivas, alegres y espectaculares pero aplaudiremos que vaya alternando esos proyectos con productos tan serios y brillantes como 'El Puente de los Espías'.
Información de más
Cuando Tom Hanks enuncia sus argumentos a la Corte Suprema sobre Rudolf utiliza exactamente las mismas palabras que el verdadero James Donovan pronunció en su momento.
Uno de los aspectos más comentados del film ha sido el perfecto acento inglés del personaje de Rudolf Abel. En realidad, Abel nació en Newcastle, hijo de padres rusos, y aunque en su adolescencia volvió a Moscú nunca perdió su acento inglés.
Aquellos que rigen sus calendarios por las temporadas de las series ya deben estar sufriendo por los pocos capítulos que les quedan a las que empezaron allá por setiembre. Son muchas las que finalizan en breve para dar paso a otras que cuentan con menos capítulos por temporada, pero que pueden enganchar al espectador igualmente, e incluso peor, pues la espera de temporada a temporada es mayor. Una de las series que no tardará mucho en reaparecer es de la que hablamos a continuación. Ciencia ficción, extraterrestres, patriotismo americano ¡Vaya panorama!
¿De qué va?
Los aliens han invadido la Tierra y prácticamente han aniquilado la raza humana. Tras destruir las grandes ciudades y masacrar a la población adulta, secuestran a los niños humanos, controlándolos mentalmente con un parásito que se suelda a su sistema nervioso, utilizándolos como mano de obra esclava, para construir sus bases militares. Pero aún quedan unos cuantos supervivientes, que aunarán sus fuerzas para combatirlos y conseguir recuperar nuevamente el control del planeta.
La crítica
Sólo me hicieron falta dos datos para decidirme a probar esta serie: extraterrestres y Spielberg. Tras unos segundos de reflexión, y antes de coger mi portátil, pensé: aliens invadiendo la Tierra ¿cómo va a dar eso suficiente argumento para una serie? Normalmente, la historia de los extraterrestres se reduce a ensalzar la supremacía del hombre sobre la naturaleza. En otras palabras, llegan los alienígenas, los hombres luchan, plano de bandera de USA de rigor y vencen.
En ese sentido 'Falling Skies' es más de lo mismo. Se nutre de los clichés y estereotipos de siempre que han caracterizado al género. Entonces ¿por qué deberíamos ver esta serie? Evidentemente, para gustos colores. Si no eres una persona de acción, ciencia ficción y cierta dosis de americanada se te puede atragantar. Aun así tiene un buen equilibrio entre sabrosas dosis de acción y enredos entre personajes, lo que consigue que no pierdas el interés ni te empalagues con la historias personales.
La serie arranca en la época actual. Un día cualquiera, unos seres del espacio exterior aterrizan en nuestro planeta y empiezan a destruir a todos los humanos que encuentran a su paso. Las pocas personas que consiguen evitar las primeras oleadas ofensivas sobreviven como pueden hasta que poco a poco se van reagrupando, formando grupos lo suficientemente numerosos para garantizar su propio abastecimiento de los recursos necesarios para resistir la invasión.
En ese contexto es donde empieza la serie. Los grupos han empezado a militarizarse para poder protegerse mejor. Como en cualquier guerra todos los hombres y mujeres capaces se presentan voluntarios como soldados para ayudar, ya sea en las estrategias militares, como exploradores, consiguiendo alimentos, etc. Poco a poco conseguirán lo necesario para empezar a plantearse plantar cara al enemigo y detener la masacre de esos seres que ellos llaman skitters (lanzaderas en español, una traducción que se me atragantó cuando se me ocurrió ver un episodio doblado)
Los personajes principales se centran en los chicos de la familia Mason, formada por el padre, Tom, y sus hijos Hal, Ben y Max. Son chicos duros. Tom es el gran protagonista de la serie y el punto de vista de la historia, prácticamente siempre, se sitúa en él. Hal es el mayor de los hermanos, está implicado en la lucha, al igual que su hermano más pequeño Ben, e incluso el menor de ellos, Max, quien intenta ayudar en todo lo que puede.
Tom (Noah Wyle, el actor que encarnó a Steve Jobs en 'Piratas de Sillicon Valley') cumple en la historia el papel de gran héroe americano. Era un profesor de historia felizmente casado, con tres niños a los que adora y por los que daría su vida. El destino le va a poner a prueba en casi cada capítulo. La historia le pone al límite en muchas ocasiones y deberá debatirse entre la necesidad de proteger a su familia y hacer lo mejor para el bien común. Así que sin mucho entusiasmo deberá permitir que sus hijos se impliquen en la lucha, a pesar de que su vena paternal solo quiera esconderlos del mal que asola el planeta.
Sin embargo Hal, Ben y con el tiempo también Max, aprenden que su vida ya no se rige por todo lo que creían conocer. Con la velocidad de adaptación tan característica de los jóvenes se adaptan a la nueva situación y toman parte en la resistencia.
Tom poco a poco se convertirá en ese líder que los pocos supervivientes que quedan necesitan. Una persona sensata, con convicción en sus ideas, valiente e inteligente, que les proteja y vele por sus vidas. Un papel que Tom no ha buscado, pero del que no puede huir.
Su camino comienza al lado del capitán Weaver (Will Patton), un hombre aun más duro que Tom, marcado por su enorme sentimiento de culpa por no poder proteger a su familia en el momento de la invasión. Su amistad y camaradería con Tom es uno de los puntos fuertes que tiene la serie. Él dirigirá a la 2nd Mass, o la segunda de Massachussets, que es como llaman a su grupo.
Sin embargo, no todo es lucha, acción y extraterrestres con mala baba, también hay subtramas de las relaciones entre los personajes. Ahí es donde entra la doctora Glass (Moon Bloodgood). Es la única persona con conocimientos de medicina en su división. Antes era pediatra pero, obviamente, se ve forzada a convertirse en médico de guerra, con turnos de 24 horas los 7 días de la semana. Anne será uno de los apoyos importantes de Tom, es quien le da fuerzas para no decaer y seguir al pie del cañón.
La historia tiene momentos de adrenalina, suspense, acción, emoción... Se escuda en los recursos que funcionan, como el espíritu de supervivencia o el amor paternal. Lleva al límite a sus personajes con situaciones de vida y muerte, para forzar momentos de emotividad viendo a los Mason sufrir los unos por los otros. Se introducen personajes-obstáculo, tipos duros que van por libre y parece que solo quieren mandarlo todo al carajo, como si la supervivencia del resto de humanos les diera igual. Surgirán los grandes enemigos, que no únicamente serán extraterrestres. Además no podemos olvidar la parte más romántica, con esa chispa que surge entre la doctora Glass y Tom.
Sin duda, el fallo que tiene la serie es su vertiente patriótica, que se va idealizando hasta llegar a agotar en algunos momentos. No pueden vendernos una historia de extrema supervivencia y que Tom sea invencible. Termina por no parecer creíble, dentro de la verosimilitud de la narración, claro. Por supuesto que el protagonista no puede morir de buenas a primeras (esto no es juego de tronos, no es G.R.R. Martin el guionista, sino de la primera a la segunda temporada se habría renovado todo el reparto), pero no se puede pretender que de costumbre se salve por los pelos. Recuerda a cierta película de catástrofes, en la que los protagonistas pasaban gran parte del metraje huyendo de fallas tectónicas que se habrían a su paso, y de las que escapaban por nanosegundos ('2012' de Roland Emmerich, otro hombre que quiere ver arder el mundo).
La cuestión es que la trama resulta atractiva, la acción es un buen aliciente y no se vuelve excesivamente empalagosa en los enredos entre personajes. Los efectos especiales son irregulares a lo largo de la serie. Al principio optaron por algo más discreto en lo que a los efectos digitales se refiere. En algunas ocasiones una se espera más, pero no acaban de doler a la vista. A medida que avanza la serie, y la lucha se encarniza, los efectos aumentan tanto en número como en calidad.
Los más exigentes no encontrarán una serie que busca la crítica social, reflexiones sobre la raza humana, lo solos que creíamos estar en el universo o cualquier idea existencialista que se os ocurra. Podríamos achacarle una falta de visión en ese aspecto, porque es un tema que da para rato, pero aun así la serie va rodando sobre el resto de sus virtudes.
Ya hay tres temporadas y la cuarta tiene previsto su estreno en EEUU para el 22 de junio, así que tenéis tempo de sobra para poneos al día antes de que empiece.
Información de más
La serie estuvo nominada a los Primetime Emmy en la categoría de mejores efectos visuales.
El creador de la serie es Robert Rodat. Es el guionista de 'Salvar al soldado Ryan', 'El patriota' e intervino en 'Thor, el mundo oscuro'.
La serie fue creada para TNT, producida por DreamWorks Televisión con Steven Spielberg como productor ejecutivo.
De momento no hay ninguna temporada más confirmada.
Se considera a Steven Spielberg un maestro y no es para menos. Desde sus
inicios a dado grandes películas al público como 'Jaws', 'Encuentros en la
tercera fase' o 'E.T. el extraterrestre', así como personajes que pasarán a la
historia del cine como el gran Indiana Jones. Y aunque no me considere un fan
incondicional del director (básicamente porque no he visto todo lo que querría
de este titán del cine), he de reconocer que su labor en este mundillo es
impresionante.
Pero aún y cuando sabes que Spielberg es un maestro, te sorprende con una cinta de
tres horas y cuarto de duración basada en eventos acontecidos durante la
segunda guerra mundial que logra estremecer al público
con imágenes que, por mucho que sean recreaciones, en su
momento fueron reales. Obra maestra donde las haya: 'La lista de
Schindler'.
¿De qué va?
Polonia, segunda guerra mundial. Oskar Schindler (Liam Neeson) decide
levantar una fábrica y explotar a los judíos para hacerse tremendamente rico.
Aunque él no tienen ni idea de dirigir una empresa, consigue lo necesario: el
apoyo de los nazis y un buen contable, Stern (Ben Kingsley). Pero la guerra
cambia a la gente...
La crítica
A simple vista y con una sinopsis como esta, 'La lista de Schindler' puede parecer
una película falta de contenido o ese "algo" que pica la curiosidad
al espectador. Podría ser así, pero no solo se trata del inicio de la obra, si
no de su desarrollo, sus personajes y, cómo no, su ambientación. Os aseguro que
no encontraréis pieza igual a esta.
Cuando nos referimos dicha cinta, estamos hablando de una obra de poco más de
tres horas de duración. Tres horas en las que el público puede caer en el
aburrimiento y perder el hilo de la obra, pero Spielberg no lo permite y, ante
nosotros, se nos presenta una obra maestra en mayúsculas.
La historia es sencilla: Oskar Schindler quiere hacerse rico. Su medio: le
segunda guerra mundial. En ella puede sacar, de una mano de obra más que
barata, una fortuna. ¿Cómo? Explotando a los judíos. Nadie se va a oponer a
semejante barbaridad en Polonia. Alemania está controlando el país por lo que Schindler
tiene vía libre. Pero a fin de cuentas Oskar tan solo es alguien que sabe
vender el producto realzando su belleza, y será entonces cuando entre en juego
Stern, su contable y el director principal de su empresa.
En una primera parte veremos como Schindler levanta su imperio a través de los
judíos. Spielberg nos ofrecerá distintos puntos de vista, en esta parte y en
toda la película: veremos el comportamiento y el paso del protagonista,
Schindler, por sus diferentes fases, el de los judíos, que actualmente están
siendo usados de mala manera, a Stern como cabezilla de estos y finalmente, el ejército.
Entonces pasamos a una segunda parte más real, más cruel, y no olvidemos una
cosa: lo que estamos viendo tuvo lugar en la segunda guerra mundial, fué real.
Aparece el villano, nuestro antagonista por excelencia: Amon Goeth (Ralph
Fiennes), un militar que disfruta creando el caos allá por donde va, matando a
judíos. Y cómo no, para dar crédito a su merecida reputación, no pasan ni diez
minutos que ya origina una masacre (conocida como la masacre de Plaszow).
Llegados a este punto solo podemos hacernos una pregunta: ¿cuál es el objetivo
de Spielberg? Mostrarnos la cara más real de la guerra, a cualquier coste. Es
duro y no se contiene, nos muestra tiroteos en los que querremos apartar la
mirada y no se contiene en esconder ni un solo detalle de lo acontecido en aquella
época. Tan solo, y para suavizar un poco este brutal visión, nos ofrece una
cinta rodada en blanco y negro.
Pero el maestro del cine va aún más allá y conmueve al público con las escenas
más duras, en las que nos sentimos apenados por los personajes, somos testigos
de lo que ocurrió en Polonia, de como Schindler se alzó con una empresa de bajo
coste que generaba un beneficio impresionante y de como Amon Goeth mataba sin
cesar a judíos inocentes.
Y cómo no: los personajes cambian. Empezando por Schindler, alguien que tan solo
quería sacar una buena tajada de la guerra al ver un negocio seguro. Aunque a
fin de cuentas, las cosas no terminan como él pensaba y no puede evitar cambiar
su manera de ser. Sabemos sobradamente que el personaje de Schindler no es moco
de pavo y por ello Liam Neeson lo deja en lo más alto. Su interpretación es magnífica,
vemos los cambios del personaje de Schindler en su rostro, en su voz, tiene
carácter y demuestra tener personalidad.
Sin embargo no dejamos de lado la locura que Amon Goeth desata en los judíos, interpretado
por un Ralph Fiennes sublime. Si en Neeson vemos a Schindler, Fiennes es el
verdadero Goeth. No muestra ni una sola vez algo de clemencia por los judíos,
tan solo quiere matanzas, da igual si no ha hecho nada: como se le cruce un
solo judío en su camino será judío muerto. Su personaje es el mal puro, no
diferencia de buenos y malos con los judíos, por ello que lo teman de esa
manera. Sin embargo, cierto personaje hace ver en Goeth algo de luz en toda su maldad, pero que, a fin de cuentas es eso: un breve destello entre tinieblas.
Y no solo estamos frente a un par de personajes de los que gustan como
Schindler y Goeth, después tenemos a todos y cada uno de los judíos que viven
la pobreza de primera mano. Liderados por un Ben Kingsley que se equipara a los
dos anteriores, vemos el malestar de los judíos: en conversaciones sobre cómo
viven ahora, en escenas donde vemos la dureza con la que son tratados y no
podemos evitar que ese sea su día a día.
En 'La lista de Schindler' vemos de todo, pero también oímos. Una vez más,
John Williams al frente de la banda sonora de las películas de Spielberg encara
un reto mayúsculo y, con sus melodías, da vida a lo que en antaño fue caos,
pobreza y ante todo: tristeza. Williams pone la guinda del pastel con melodías
que nos sumergen de lleno en dicha época.
Como muestra de todo ello y un claro ejemplo de lo que es la obra de
Spielberg, hay una escena, mítica ya, que pasó al instante a la historia del
cine. En ella, Schindler observa la masacre que ha creado Goeth con su llegada.
Oskar se fija en una cría que va por las calles como si nada, sin rumbo,
buscando refugio de los alemanes. El director, para destacar a la jovencita,
nos la viste de rojo y consigue tocarnos la fibra sensible.
Antes de concluir y sin spoilers, hay que hablar de la conclusión final,
que no es más que un resumen de lo vivido por los que tuvieron esa desgracia en
la segunda guerra mundial. Ahí es cuando Spielberg derrumba al espectador,
cuando uno está viendo auténtico cine que ha sabido impactar y que, cada vez
que recuerde dicha escena, no podrá evitar emocionarse.
Quizás 'La lista de Schindler' no sea una de mis películas preferidas, pero
desde luego que no me olvidaré de ella. Una de esas obras que no solo cinéfilos
deberían ver, sino que TODOS deberíamos ver, como mínimo, una vez en nuestra vida.
¿Y qué más da que dure tres horas? Porque si es buena, se te pasarán volando.
Información de más
Se alzó
en 1994 con siete Oscars de las doce nominaciones que obtuvo. Las
categorías premiadas fueron: mejor película, mejor director, mejor guión
adaptado, mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor edición
y mejor banda sonora.
Steven
Spielberg no cobró por hacer esta película. Rechazó cobrar alegando que
eso sería aceptar "dinero sangriento".
Steven
Spielberg ofreció el trabajo de director a Roman Polanski, pero esté tuvo
que rechazarlo porque dicha temática le era muy cercana. Polanski vivió en
el ghetto de Krakow hasta los ocho años, cuando escapó uno de los días de
liquidación.
Cuando
la superviviente Mila Pfefferberg vio a Ralph Fiennes en el set, comenzó a
temblar descontroladamente por el parecido entre el actor y su personaje,
Amon Goeth.
Al
final la película, los supervivientes acompañados de los actores que los
caracterizan, dejan una piedra en la tumba de Oskar Schindler.
Se dice
que, durante el rodaje, la atmosfera era muy depresiva, así que Spielberg
llamó a Robin Williams para ver si podía realizar algún sketch cómico.
Cuando
Spielberg le mostró a John Williams una parte de su obra, este tuvo que
salir a meditar. Cuando retornó le dijo al director que debería buscarse a
un compositor mejor para su banda sonora, Spielberg dijo: "lo sé,
pero están todos muertos".
'E.T.
el extraterrestre' y 'La lista de Schindler' son dos de las películas por las que
Spielberg quiere que se le recuerde.
Spielberg
hace un pequeño cameo como judío liberado por Oskar Schindler hacia el
final de la película.