La inmortalidad, el poder, la seducción, el misterio, el erotismo más sensual, la dominación. Ninguna otra figura literaria, real o cinematográfica, aglutina todos estos factores como la creación más siniestra: el vampiro. Ríos de tinta (o de sangre) ha hecho correr la figura nocturna más bella que popularizó el irlandés Bram Stoker allá por 1897. Al vampiro lo hemos amado, envidiado y deseado a partes iguales. Del mismo modo que nos atrae e hipnotiza, nos repulsa. La sangre, ése básico néctar, envuelve al mito del vampiro. Es sinónimo de vida cuando el vampiro sólo trae muerte. Es el pasaje que debemos pagar para sentir el abrazo eterno del beso más mortal. El no muerto más célebre ha sido copiado, reinventado, homenajeado o hasta elevado a los altares en múltiples versiones.
Desde aquel 'Nosferatu' (1922) de Murnau, pasando por la leyenda de Bela Lugosi, el temple de Christopher Lee o la elegancia de Gary Oldman hasta las perversas malformaciones que el cine ha vertido sobre el malogrado príncipe de las tinieblas. Es tal el embrujo de la imagen del vampiro que no somos capaces de separar un nombre a esa referencia: Drácula.
Con más de cien versiones entre cine y TV, ahora nos llega una vuelta de tuerca más al icono de la noche. Una serie que os hará humedecer los labios.
¿De qué va?
Bajo la identidad ficticia de Alexander Grayson, Drácula (Jonathan Rhys Meyers), llega a Londres tras vivir en Norteamérica. Estamos en 1897, el mundo avanza rápidamente y con su falsa imagen de empresario innovador, escala puestos en la sociedad. En una recepción que brinda para anunciar un nuevo invento, descubre entre los invitados a una joven, Mina Murray (Jessica De Gouw), que resulta ser el fiel reflejo de su amada, asesinada 500 años atrás.
Desde aquel 'Nosferatu' (1922) de Murnau, pasando por la leyenda de Bela Lugosi, el temple de Christopher Lee o la elegancia de Gary Oldman hasta las perversas malformaciones que el cine ha vertido sobre el malogrado príncipe de las tinieblas. Es tal el embrujo de la imagen del vampiro que no somos capaces de separar un nombre a esa referencia: Drácula.
Con más de cien versiones entre cine y TV, ahora nos llega una vuelta de tuerca más al icono de la noche. Una serie que os hará humedecer los labios.
Bajo la identidad ficticia de Alexander Grayson, Drácula (Jonathan Rhys Meyers), llega a Londres tras vivir en Norteamérica. Estamos en 1897, el mundo avanza rápidamente y con su falsa imagen de empresario innovador, escala puestos en la sociedad. En una recepción que brinda para anunciar un nuevo invento, descubre entre los invitados a una joven, Mina Murray (Jessica De Gouw), que resulta ser el fiel reflejo de su amada, asesinada 500 años atrás.
La crítica
Pues sí. El conde rumano mas famoso de todos los tiempos, y el único me atrevo a decir, ha vuelto. Esta vez, en formato HD y en forma de serie de diez capítulos. Tras la serie, aparte de su creador Cole Haddon, se encuentra uno de los actores más versátiles e inquietos de los últimos años. Jonathan Rhys Meyers ('Los Tudor', 'Match Point', 'Alejandro Magno', 'Velvet Goldmine') produce y protagoniza el retorno del conde Drácula. Se mete en la piel del seductor por antonomasia con la misma elegancia que interpretó a Enrique VIII.
La temporada se va a componer de 10 episodios. Su continuidad dependerá de los esperados resultados que se obtengan. Y la verdad que puede tener su prolongación. Hay mucha tela que cortar. Aunque todos conocemos la historia (ya que muy pocos han leído la novela original) a través de sus variadas adaptaciones al cine, el mito de Vlad Tepes, más conocido como conde Drácula, nos llega con múltiples cambios y puntos de vista muy diferentes a los ya conocidos.
El primero: el conde llega de USA y adapta una identidad falsa. Bueno, es normal. La novedad radica en que esa identidad es la de un visionario, rico e inventor, que emula a Edison o Nikola Tesla. Su personaje seguirá enamorándose de la reencarnación de su asesinada esposa, en la figura de Mina Murray ('Arrow'). A Mina se nos presenta como estudiante de medicina, que sigue teniendo como amiga a una díscola y ninfómana Lucy (Katie McGrath, 'Merlin'). El eterno novio de Mina es Jonathan Harker (Oliver Jackson-Cohen, 'Un mundo sin fin'), que a diferencia de otras versiones donde aparecía como abogado, pasante o notario que conocía al conde en su castillo de Rumanía, aquí es un jovial periodista al que se le ofrece entrevistar al prestigioso inventor.
El segundo punto fuerte radica en el personaje de Abraham Van Helsing (Thomas Kretschman, 'King Kong', 'El pianista', 'El hundimiento'). El siempre perseguidor y ejecutor del conde se nos muestra como un profesor de medicina, a cuyas clases asiste Mina. Pero que al inicio de la temporada nos dará la sorpresa más gorda que el mundo vampírico ha visto en años.
¿Y por qué? Fácil, los guionistas han trastocado ciertos detalles de la historia original, los han mezclado con la leyenda y añadido algunos trazos de realidad histórica. De este modo, Vlad Tepes (persona real en el que se basa Drácula) pertenecía a una orden de caballería, el Dragón Rojo (de ahí la palabra 'Drakul'). De esta orden han cogido el nombre y han creado una sociedad secreta que a través de los siglos ha impuesto su ley. Son los responsables de la muerte de Elizabethmina, esposa de Drácula, y enemigos del conde. Conocen su existencia y dan caza a vampiros. La Orden del Dragón, será el objetivo de venganza de Drácula. Y estaros atentos a la versión oficial que hace esta orden sobre la verdadera identidad de Jack el Destripador.
Otro elemento alterado de la serie sera Renfield (Nonso Anoize, visto en 'Juego de Tronos', 'Conan' o 'Juego de Ender'). El fiel y perturbado ayudante de Drácula, aquí es presentado como un eficiente, discreto y elegante ayudante de cámara. Además de medir metro noventa y ser negro. Oye, una novedad.
Hasta aquí, los shocks que la serie nos tiene guardados. Ahora, la visión de conjunto. La temporada de diez episodios obedece a dos factores. Uno es el alto presupuesto que se ha destinado a la producción. Cuidada al máximo de los detalles. Vestuario fastuoso, localizaciones góticas y estudiadas, decorados con acabados magníficos, atrezzo... Un sinfín de pequeños detalles que hacen grandes a las series. Se nota que Rhys Meyers ha aprendido mucho durante 'Los Tudor', ha tomado buena nota de cómo realizar un buen trabajo.
La ambientación es muy acertada, nos traslada al año 1897 (año de la publicación de la novela original) de una forma estupenda. Cierto aire de neo-gótico rodea todos los escenarios y decorados, dando una nueva sensación a los lugares ya conocidos de este personaje. La mansión Carfax es luminosa, amplia y llena de luces, cual magnate (atentos al momento entrevista de Drácula-Harker ). Las escenas nocturnas, plato fuerte de la serie, están rodadas con un toque genuino que nos traslada al Londres victoriano.
La sangre, elemento crucial en la historia, aparece desde las primeras escenas que vemos. Vamos a presenciar truculentas secuencias de crímenes, mordiscos y estacazos. Luchas a espadas, hachas o cualquier objeto punzante. Todo con un estilo visual muy moderno, con coreográficos movimientos de cámara donde los personajes lucirán espectaculares combates. Acompañados de una banda sonora compuesta por Trevor Morris ('Los Borgia', 'Vikingos', 'Los pilares de la tierra') que deleita, envuelve y hechiza.
Parece que tenemos elementos más que suficientes para hacer un hueco bastante confortable en nuestro sofá al príncipe de las tinieblas. Son nuevos tiempos, es un nuevo Drácula. La caracterización de Rhys la veo correcta, contenida. Con rasgos de sádico cuando es menester, con toques de lascivo cuando es oportuno y con una mirada que dará que hablar en próximos foros de Twitter. El erotismo, parte fundamental en el personaje del vampiro, no va a faltar. Tenemos ejemplos más que notables y de buen ver en ambos lados. Habrá carne fresca para ellas y para ellos.
Las comparaciones serán odiosas. La serie tiene la losa (metáfora muy oportuna) de nacer en los tiempos post-crepusculitos, se puede llegar a mal interpretar que sea oportunista. Tendremos en mente en más de una ocasión a Gary Oldman con su versión de 1992, de la cual, la serie hace constantes homenajes y guiños. Los flashbacks continuos al año 1400, donde vemos a Drácula con la misma imagen que creó Coppola, corroboran esta afirmación. Pero si hacemos un esfuerzo, pequeño os lo aseguro, la serie enganchará.
Una historia de siempre pero contada de forma diferente. Un personaje cautivador con nuevas facetas. El formato TV para darnos esas dosis de suspense necesarias. Un aspecto visual atractivo. Son las principales bazas con las que juega esta nueva versión del conde más imperecedero que ha parido los Cárpatos.
Información de más
Pues sí. El conde rumano mas famoso de todos los tiempos, y el único me atrevo a decir, ha vuelto. Esta vez, en formato HD y en forma de serie de diez capítulos. Tras la serie, aparte de su creador Cole Haddon, se encuentra uno de los actores más versátiles e inquietos de los últimos años. Jonathan Rhys Meyers ('Los Tudor', 'Match Point', 'Alejandro Magno', 'Velvet Goldmine') produce y protagoniza el retorno del conde Drácula. Se mete en la piel del seductor por antonomasia con la misma elegancia que interpretó a Enrique VIII.
La temporada se va a componer de 10 episodios. Su continuidad dependerá de los esperados resultados que se obtengan. Y la verdad que puede tener su prolongación. Hay mucha tela que cortar. Aunque todos conocemos la historia (ya que muy pocos han leído la novela original) a través de sus variadas adaptaciones al cine, el mito de Vlad Tepes, más conocido como conde Drácula, nos llega con múltiples cambios y puntos de vista muy diferentes a los ya conocidos.
El primero: el conde llega de USA y adapta una identidad falsa. Bueno, es normal. La novedad radica en que esa identidad es la de un visionario, rico e inventor, que emula a Edison o Nikola Tesla. Su personaje seguirá enamorándose de la reencarnación de su asesinada esposa, en la figura de Mina Murray ('Arrow'). A Mina se nos presenta como estudiante de medicina, que sigue teniendo como amiga a una díscola y ninfómana Lucy (Katie McGrath, 'Merlin'). El eterno novio de Mina es Jonathan Harker (Oliver Jackson-Cohen, 'Un mundo sin fin'), que a diferencia de otras versiones donde aparecía como abogado, pasante o notario que conocía al conde en su castillo de Rumanía, aquí es un jovial periodista al que se le ofrece entrevistar al prestigioso inventor.
El segundo punto fuerte radica en el personaje de Abraham Van Helsing (Thomas Kretschman, 'King Kong', 'El pianista', 'El hundimiento'). El siempre perseguidor y ejecutor del conde se nos muestra como un profesor de medicina, a cuyas clases asiste Mina. Pero que al inicio de la temporada nos dará la sorpresa más gorda que el mundo vampírico ha visto en años.
¿Y por qué? Fácil, los guionistas han trastocado ciertos detalles de la historia original, los han mezclado con la leyenda y añadido algunos trazos de realidad histórica. De este modo, Vlad Tepes (persona real en el que se basa Drácula) pertenecía a una orden de caballería, el Dragón Rojo (de ahí la palabra 'Drakul'). De esta orden han cogido el nombre y han creado una sociedad secreta que a través de los siglos ha impuesto su ley. Son los responsables de la muerte de Elizabethmina, esposa de Drácula, y enemigos del conde. Conocen su existencia y dan caza a vampiros. La Orden del Dragón, será el objetivo de venganza de Drácula. Y estaros atentos a la versión oficial que hace esta orden sobre la verdadera identidad de Jack el Destripador.
Otro elemento alterado de la serie sera Renfield (Nonso Anoize, visto en 'Juego de Tronos', 'Conan' o 'Juego de Ender'). El fiel y perturbado ayudante de Drácula, aquí es presentado como un eficiente, discreto y elegante ayudante de cámara. Además de medir metro noventa y ser negro. Oye, una novedad.
Hasta aquí, los shocks que la serie nos tiene guardados. Ahora, la visión de conjunto. La temporada de diez episodios obedece a dos factores. Uno es el alto presupuesto que se ha destinado a la producción. Cuidada al máximo de los detalles. Vestuario fastuoso, localizaciones góticas y estudiadas, decorados con acabados magníficos, atrezzo... Un sinfín de pequeños detalles que hacen grandes a las series. Se nota que Rhys Meyers ha aprendido mucho durante 'Los Tudor', ha tomado buena nota de cómo realizar un buen trabajo.
La ambientación es muy acertada, nos traslada al año 1897 (año de la publicación de la novela original) de una forma estupenda. Cierto aire de neo-gótico rodea todos los escenarios y decorados, dando una nueva sensación a los lugares ya conocidos de este personaje. La mansión Carfax es luminosa, amplia y llena de luces, cual magnate (atentos al momento entrevista de Drácula-Harker ). Las escenas nocturnas, plato fuerte de la serie, están rodadas con un toque genuino que nos traslada al Londres victoriano.
La sangre, elemento crucial en la historia, aparece desde las primeras escenas que vemos. Vamos a presenciar truculentas secuencias de crímenes, mordiscos y estacazos. Luchas a espadas, hachas o cualquier objeto punzante. Todo con un estilo visual muy moderno, con coreográficos movimientos de cámara donde los personajes lucirán espectaculares combates. Acompañados de una banda sonora compuesta por Trevor Morris ('Los Borgia', 'Vikingos', 'Los pilares de la tierra') que deleita, envuelve y hechiza.
Parece que tenemos elementos más que suficientes para hacer un hueco bastante confortable en nuestro sofá al príncipe de las tinieblas. Son nuevos tiempos, es un nuevo Drácula. La caracterización de Rhys la veo correcta, contenida. Con rasgos de sádico cuando es menester, con toques de lascivo cuando es oportuno y con una mirada que dará que hablar en próximos foros de Twitter. El erotismo, parte fundamental en el personaje del vampiro, no va a faltar. Tenemos ejemplos más que notables y de buen ver en ambos lados. Habrá carne fresca para ellas y para ellos.
Las comparaciones serán odiosas. La serie tiene la losa (metáfora muy oportuna) de nacer en los tiempos post-crepusculitos, se puede llegar a mal interpretar que sea oportunista. Tendremos en mente en más de una ocasión a Gary Oldman con su versión de 1992, de la cual, la serie hace constantes homenajes y guiños. Los flashbacks continuos al año 1400, donde vemos a Drácula con la misma imagen que creó Coppola, corroboran esta afirmación. Pero si hacemos un esfuerzo, pequeño os lo aseguro, la serie enganchará.
Una historia de siempre pero contada de forma diferente. Un personaje cautivador con nuevas facetas. El formato TV para darnos esas dosis de suspense necesarias. Un aspecto visual atractivo. Son las principales bazas con las que juega esta nueva versión del conde más imperecedero que ha parido los Cárpatos.
Información de más
- La temporada completa se rodó en Londres y exteriores en Budapest.
- Al igual que en 'Los Tudor', Jonathan Rhys Meyer asume también la producción.
- El salón de baile de la mansión de Drácula, es en realidad el hall de una estación de tren.
- La NBC tiene prevista una continuación.
- La productora Starz ('Spartacus') prepara a la vez la serie TV 'Vlad Drácula' que tratará sobre el personaje real y su evolución a leyenda vampírica.
Yo la estoy siguiendo y de momento le falta ese algo que me enganche completamente. Creo que me cuesta introducirme en la historia porque no me identifico con nadie y los personajes no están lo suficientemente profundizados como para que te encariñes de uno o de otro. Sólo han salido 3 capis así que espero que conforme la trama avance me pueda introducir más en la historia. De todas formas me está gustando, pero eso, con reservas y tal.
ResponderEliminarUn saludo! ^^
Gracias por el comentario. Y sí, cuesta enlazar con los personajes puesto que tenemos un imaginario preconcebido de ellos que hace difícil replantearse esta nueva adaptación.
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