Periódicamente Hollywood decide revisionar, remakear o rebootear cualquier película con varios años de antigüedad sin importarle lo más mínimo su estatus dentro de la historia del cine y si además es posible que la nueva versión sea el inicio de una saga fructífera económicamente hablando, mucho mejor. Era cuestión de tiempo que alguien decidiese que ya era hora de volver a intentar traer de vuelta a Godzilla, el rey de los monstruos para, de paso, hacernos olvidar la versión de Roland Emmerich.
¿De qué va?
¿De qué va?
La planta nuclear de Janjira, en Japón, sufre una explosión que provoca una una fuga radiactiva. El accidente es atribuido a un terremoto y toda el área de Janjira es evacuada y puesta en cuarentena. Pero el ingeniero supervisor de la planta Joe Brody (Bryan Cranston), que pierde a su esposa Sandra (Juliette Binoche) en el accidente sospecha que la verdadera causa del desastre es algo mucho más peligroso que la propia radioactividad. Sus investigaciones le llevan a descubrir la existencia de Muto, una peligrosa criatura que se alimenta de la radioactividad y que amenaza con destruir todo lo que encuentre a su paso... si Godzilla se lo permite.
La crítica
La crítica
Hace 16 años del último intento made in Hollywood de resucitar a Godzilla. Fue Roland Emmerich el que perpetró un film que no sería tan malo si el monstruo protagonista no hubiera llevado el nombre de Godzilla. De haberse titulado, por ejemplo, "El lagarto que invadió Nueva York" y haber evitado cualquier referencia al gigante japonés, la cosa tendría un pase. Pero no se puede pretender hacer una versión de un clásico cambiando prácticamente todas las bases de la historia, incluyendo la imagen icónica del propio monstruo. ¿Alguien se imagina una nueva versión de King Kong en el que se sustituya al gorila por un orangután? Pues eso.
Afortunadamente, los responsables de la nueva versión de 'Godzilla' han querido ser fieles al original, aunque no les quedaba más remedio ya que la Toho, compañía propietaria de los derechos de toda la saga, estipulaba dos reglas básicas a seguir para la realización del film a cambio de los derechos para realizar esta nueva versión: que Godzilla tenía que surgir a consecuencia de un desastre nuclear y que la acción debía suceder en Japón. Sea como fuere, y con Gareth Edwards al mando del film, finalmente hemos podido ver el resultado, que a pesar de ser muy fiel a toda la iconografía que rodea a Godzilla, no es del todo satisfactorio.
Cuando uno piensa en una película de Godzilla lo que nos viene a la mente son imágenes de un dinosaurio gigante arrasando con todo lo que encuentra a su paso mientras lucha contra otros seres igual de grandes que él en plena ciudad. Y eso es precisamente lo que nos da Gareth Edwards en su versión. La lástima es que todo esto sucede en los últimos 40 minutos de película (magistrales, todo sea dicho) habiendo tenido que soportar hasta el momento toda clase de historias paralelas con poco o ningún interés para el espectador.
Ese afán por dotar a la historia de una coherencia total y de paso una fidelidad a los parámetros del Godzilla original hace que a la película le cueste arrancar. Algunas de las subtramas del guión son fallidas o sin interés alguno. Ni la presencia de actores de probado talento como Bryan Cranston (ciertamente pasado de vueltas, como si el espíritu de Walter White atiborrado de metanfetamina aún no hubiese abandonado su cuerpo), Elizabeth Olsen, Juliette Binoche o Sally Hawkins (sus papeles son prácticamente anecdóticos) consiguen hacer poco creíbles unos personajes que, seamos francos, no nos causaría mucho pesar verlos morir aplastados bajo las patas de Godzilla.
Lo que realmente nos importa es saber por qué Godzilla actúa tal y como lo hace, y ese es uno de los puntos fuertes del film, el volver a los orígenes de la historia. Godzilla y todo lo que trae consigo son producto de la radioactividad y el terror nuclear está presente constantemente como trasfondo de la historia.
Pero no podemos olvidarnos de que ésta es una película de monstruos. Del monstruo más imponente que haya dado el cine (con el permiso de King Kong). Y cuando uno se sienta en la butaca a ver una película que se titula 'Godzilla' lo que quiere encontrarse es a Godzilla, pero lo que nos da la película es a Muto, otro monstruo, imponente también, igual de destructor que el saurio gigante. Pero a diferencia de los personajes humanos, que no tienen demasiado interés, los Mutos (porque hay más de uno) sí que sirven para justificar la entrada en escena de Godzilla, y cuando lo hace, a uno sólo le queda la sensación de que la espera ha valido la pena.
Así pues tenemos una película llamada 'Godzilla' en el que menos aparece en pantalla es el propio Godzilla, algo que parece una contradicción. Tal vez los responsables del film estaban tan convencidos del éxito que lo que han querido hacer es sentar las bases narrativas para que sea en la secuela donde el Rey de los Monstruos aparezca en todo su esplendor. Es una apuesta arriesgada pero totalmente coherente y que quizás demuestra que, a pesar de estar frente a una franquicia cinematográfica pura y dura, podemos encontrarnos con un producto en el que antes de la eficacia recaudatoria del mismo prevalece la eficacia artística del conjunto.
Afortunadamente, los responsables de la nueva versión de 'Godzilla' han querido ser fieles al original, aunque no les quedaba más remedio ya que la Toho, compañía propietaria de los derechos de toda la saga, estipulaba dos reglas básicas a seguir para la realización del film a cambio de los derechos para realizar esta nueva versión: que Godzilla tenía que surgir a consecuencia de un desastre nuclear y que la acción debía suceder en Japón. Sea como fuere, y con Gareth Edwards al mando del film, finalmente hemos podido ver el resultado, que a pesar de ser muy fiel a toda la iconografía que rodea a Godzilla, no es del todo satisfactorio.
Cuando uno piensa en una película de Godzilla lo que nos viene a la mente son imágenes de un dinosaurio gigante arrasando con todo lo que encuentra a su paso mientras lucha contra otros seres igual de grandes que él en plena ciudad. Y eso es precisamente lo que nos da Gareth Edwards en su versión. La lástima es que todo esto sucede en los últimos 40 minutos de película (magistrales, todo sea dicho) habiendo tenido que soportar hasta el momento toda clase de historias paralelas con poco o ningún interés para el espectador.
Ese afán por dotar a la historia de una coherencia total y de paso una fidelidad a los parámetros del Godzilla original hace que a la película le cueste arrancar. Algunas de las subtramas del guión son fallidas o sin interés alguno. Ni la presencia de actores de probado talento como Bryan Cranston (ciertamente pasado de vueltas, como si el espíritu de Walter White atiborrado de metanfetamina aún no hubiese abandonado su cuerpo), Elizabeth Olsen, Juliette Binoche o Sally Hawkins (sus papeles son prácticamente anecdóticos) consiguen hacer poco creíbles unos personajes que, seamos francos, no nos causaría mucho pesar verlos morir aplastados bajo las patas de Godzilla.
Lo que realmente nos importa es saber por qué Godzilla actúa tal y como lo hace, y ese es uno de los puntos fuertes del film, el volver a los orígenes de la historia. Godzilla y todo lo que trae consigo son producto de la radioactividad y el terror nuclear está presente constantemente como trasfondo de la historia.
Pero no podemos olvidarnos de que ésta es una película de monstruos. Del monstruo más imponente que haya dado el cine (con el permiso de King Kong). Y cuando uno se sienta en la butaca a ver una película que se titula 'Godzilla' lo que quiere encontrarse es a Godzilla, pero lo que nos da la película es a Muto, otro monstruo, imponente también, igual de destructor que el saurio gigante. Pero a diferencia de los personajes humanos, que no tienen demasiado interés, los Mutos (porque hay más de uno) sí que sirven para justificar la entrada en escena de Godzilla, y cuando lo hace, a uno sólo le queda la sensación de que la espera ha valido la pena.
Así pues tenemos una película llamada 'Godzilla' en el que menos aparece en pantalla es el propio Godzilla, algo que parece una contradicción. Tal vez los responsables del film estaban tan convencidos del éxito que lo que han querido hacer es sentar las bases narrativas para que sea en la secuela donde el Rey de los Monstruos aparezca en todo su esplendor. Es una apuesta arriesgada pero totalmente coherente y que quizás demuestra que, a pesar de estar frente a una franquicia cinematográfica pura y dura, podemos encontrarnos con un producto en el que antes de la eficacia recaudatoria del mismo prevalece la eficacia artística del conjunto.
Información de más
- El diseñador de sonido Erik Aadahl actualizó el característico rugido de Godzilla basándose en la grabación del rugido original, creado por el compositor japonés Akira Ifukube frotando las cuerdas de un contrabajo con un guante de cuero.
- El Godzilla de 2014, con más de 110 metros de altura, es el más alto de todas las películas estrenadas hasta la fecha.
- La película se ha estrenado coincidiendo con el 60 aniversario del estreno de "Japón bajo el terror del monstruo", la primera aparición de Godzilla en pantalla.
- Simultáneamente al estreno del film, se ha publicado una novela gráfica, 'Godzilla: Despertar", que han escrito Max y Greg Borenstein y ha sido dibujada por Eric Battle, Yvel Guichet y Alana Quah y que explica con más detalle el prólogo de la película, ambientado en los años 50.
El mensaje de Godzilla es muy sencillo: los humanos no son los dueños del planeta. En 1954 o en el 2014, esto sigue siendo una verdad aplastante, como los pies del héroe de esta nueva y extraordinaria película.
ResponderEliminar