La mayoría de gente que trabaja con Michael Bay dice de él que está un poco loco. Tal vez esa sea la razón principal para entender que alguien sea capaz de ponerse al frente de una película en la que una frase de su guión sea "el robot gigante se sube a lomos de un tiranosaurios robótico y armado con una espada gigantesca empieza a luchar contra otros robots en plenas calles de Hong Kong".
Pasen, señoras y señores, y sean bienvenidos al Circo de Hollywood. Bienvenidos a 'Transformers: La Era de la Extinción".
¿De qué va?
Pasen, señoras y señores, y sean bienvenidos al Circo de Hollywood. Bienvenidos a 'Transformers: La Era de la Extinción".
¿De qué va?
Después de la gran batalla de Chicago ('Transformers 3, El Lado Oscuro de la Luna') el gobierno de los USA está intentando comprender la tecnología de los Transformers para crear los suyos propios. Mientras tanto, Cade Yeager (Mark Whalberg) un mecánico e inventor que vive al borde de la ruina junto a su hija Tessa (Nicola Peltz), compra un viejo camión creyendo que es chatarra pero que en realidad es el legendario Optimus Prime, lo que hará que tanto él como su familia empiecen una aventura al lado de Prime y sus otros congéneres Autobots.
La crítica
Nadie como Michael Bay es capaz de rodar un plano con la bandera americana ondeando a cámara lenta mientras el sol se va poniendo en el horizonte y una melodía épica (compuesta por Steve Jablonski, su compositor fetiche) suena de fondo. Sólo alguien como Michael Bay puede pretender hacernos creer que Mark Whalberg es un mecánico-inventor algo desastroso, que vive en una típica granja con su hija adolescente. Sólo alguien como Michael Bay puede intentar colarnos que esa hija adolescente va impecablemente vestida, peinada y maquillada, mientras camina sobre unos tacones de vértigo, a pesar de vivir en pleno campo.
Detalles como estos (y un montaje de planos vertiginoso y/o mareante) son algunas de las cosas que definen el sello personal de Michael Bay. Un sello muy particular que encaja a las mil maravillas con el público norteamericano, ese mismo que aplaude a rabiar cada vez que una bandera americana ondea en pantalla, sea o no a cámara lenta, y suene o no una música épica de fondo.
La frase "cuanto más grande, mejor" bien podría ser el lema de cabecera del director. Después de rodar 3 películas con los Transformers como protagonistas parecía imposible resucitar la franquicia de alguna manera. Pero a Michael Bay le van los retos y además, es consciente de que cualquier locura que se le ocurra que puedan hacer sus personajes va a poder rodarlo gracias a los competentes miembros del departamento de efectos especiales.
Inteligentemente, ha prescindido de Shia LaBeouf como protagonista y le ha pasado el testigo a Mark Wahlberg, un actor con más carisma (y probablemente mucho menos problemático) y además ha conseguido que Stanley Tucci y Kelsey Grammer se pasen por el plató para decir unas cuantas frases trascendentes y corran delante y detrás de robots gigantes mientras a su alrededor todo explota y se destruye.
Para mostrarnos todo esto el señor Bay decide que necesita 165 minutos de metraje, que a la larga se convierte en el principal problema de la película. Porque esas casi 3 horas son a todas luces excesivas.
Cierto es que la película es un reinicio de la saga, con nuevos personajes y que de alguna manera tienen que ser presentados al público, pero el clasicismo de esos personajes (hombre-viudo-que-sobrevive-como-puede-en-su-granja-pensando-constantemente-en-su-esposa-fallecida-a-la-que-le-ha-prometido-que-cuidaría-de-su-hija-adolescente) y la poca profundidad y enjundia que tienen no hacían necesaria una introducción tan extensa.
Lo mismo podemos decir de los Autobots, que a medida que han ido protagonizando películas han aumentado su propio misticismo, volviendose unos auténticos cansinos. Optimus Prime, a pesar de ser el mejor personaje, acaba resultando cargante, con sus contínuas disertaciones acerca del bien y del mal, de la épica de sus ancestros y otras palabrerías que acaban por resultar reiterativas.
Y cuando ya parecía que era imposible rizar más el rizo, Michael Bay se saca de la manga un as y consigue elevar el nivel de la película que hasta el momento había sido mediocre. Un as que tiene acento chino ya que toda la parte final de la película transcurre en las calles de Hong Kong.
Podría pensarse que esto es debido a las ganas de rodar de Bay y su equipo en unos paisajes exóticos, con vistas a ofrecerle al público algo diferente. Pero la verdadera razón es mucho menos romántica. Gran parte del presupuesto de la película viene de China, un país en el que si un film triunfa puede considerarse un éxito de taquilla inmediato. Por eso los grandes estudios han decidido abrir sus puertas a los inversores asiáticos, y por eso vamos a empezar a ver a sus mayores estrellas en muchas de las superproducciones de Hollywood, gancho indispensable para que el público oriental acuda en masa a las salas.
Además de rodar en China para contentar al gran inversor de turno, Michael Bay convierte el último trozo de su película en un mastodóntico anuncio comercial, un product placement en toda regla, mostrándonos sin pudor alguno los logos de todas aquellas marcas comerciales que hayan puesto millones de dólares en sus manos. Pero si uno puede evitar no pensar en todo esto puede incluso llegar a disfrutar de la película, sobretodo de esos últimos momentos en territorio asiático en los que la destrucción es todavía más contundente.
Esa parece ser otra de las obsesiones de Bay, la destrucción masiva de cualquier casa, ciudad o civilización que se le ponga por delante. Claro, que siendo 'Transformers: La Era de la Extinción' una película protagonizada por robots gigantes que se dedican a luchar entre ellos, no era plan de ponerlos a jugar a las cartas.
Detalles como estos (y un montaje de planos vertiginoso y/o mareante) son algunas de las cosas que definen el sello personal de Michael Bay. Un sello muy particular que encaja a las mil maravillas con el público norteamericano, ese mismo que aplaude a rabiar cada vez que una bandera americana ondea en pantalla, sea o no a cámara lenta, y suene o no una música épica de fondo.
La frase "cuanto más grande, mejor" bien podría ser el lema de cabecera del director. Después de rodar 3 películas con los Transformers como protagonistas parecía imposible resucitar la franquicia de alguna manera. Pero a Michael Bay le van los retos y además, es consciente de que cualquier locura que se le ocurra que puedan hacer sus personajes va a poder rodarlo gracias a los competentes miembros del departamento de efectos especiales.
Inteligentemente, ha prescindido de Shia LaBeouf como protagonista y le ha pasado el testigo a Mark Wahlberg, un actor con más carisma (y probablemente mucho menos problemático) y además ha conseguido que Stanley Tucci y Kelsey Grammer se pasen por el plató para decir unas cuantas frases trascendentes y corran delante y detrás de robots gigantes mientras a su alrededor todo explota y se destruye.
Para mostrarnos todo esto el señor Bay decide que necesita 165 minutos de metraje, que a la larga se convierte en el principal problema de la película. Porque esas casi 3 horas son a todas luces excesivas.
Cierto es que la película es un reinicio de la saga, con nuevos personajes y que de alguna manera tienen que ser presentados al público, pero el clasicismo de esos personajes (hombre-viudo-que-sobrevive-como-puede-en-su-granja-pensando-constantemente-en-su-esposa-fallecida-a-la-que-le-ha-prometido-que-cuidaría-de-su-hija-adolescente) y la poca profundidad y enjundia que tienen no hacían necesaria una introducción tan extensa.
Lo mismo podemos decir de los Autobots, que a medida que han ido protagonizando películas han aumentado su propio misticismo, volviendose unos auténticos cansinos. Optimus Prime, a pesar de ser el mejor personaje, acaba resultando cargante, con sus contínuas disertaciones acerca del bien y del mal, de la épica de sus ancestros y otras palabrerías que acaban por resultar reiterativas.
Y cuando ya parecía que era imposible rizar más el rizo, Michael Bay se saca de la manga un as y consigue elevar el nivel de la película que hasta el momento había sido mediocre. Un as que tiene acento chino ya que toda la parte final de la película transcurre en las calles de Hong Kong.
Podría pensarse que esto es debido a las ganas de rodar de Bay y su equipo en unos paisajes exóticos, con vistas a ofrecerle al público algo diferente. Pero la verdadera razón es mucho menos romántica. Gran parte del presupuesto de la película viene de China, un país en el que si un film triunfa puede considerarse un éxito de taquilla inmediato. Por eso los grandes estudios han decidido abrir sus puertas a los inversores asiáticos, y por eso vamos a empezar a ver a sus mayores estrellas en muchas de las superproducciones de Hollywood, gancho indispensable para que el público oriental acuda en masa a las salas.
Además de rodar en China para contentar al gran inversor de turno, Michael Bay convierte el último trozo de su película en un mastodóntico anuncio comercial, un product placement en toda regla, mostrándonos sin pudor alguno los logos de todas aquellas marcas comerciales que hayan puesto millones de dólares en sus manos. Pero si uno puede evitar no pensar en todo esto puede incluso llegar a disfrutar de la película, sobretodo de esos últimos momentos en territorio asiático en los que la destrucción es todavía más contundente.
Esa parece ser otra de las obsesiones de Bay, la destrucción masiva de cualquier casa, ciudad o civilización que se le ponga por delante. Claro, que siendo 'Transformers: La Era de la Extinción' una película protagonizada por robots gigantes que se dedican a luchar entre ellos, no era plan de ponerlos a jugar a las cartas.
Información de más
Nota final: 6
- La idea es que 'Transformers: La Era de la Extinción' sea la primera de otra nueva trilogía de películas.
- Se rumoreó que Dwayne 'The Rock' Johnson y Jason Statham fueron tanteados para protagonizar la película, siendo finalmente Mark Wahlberg el elegido.
- De los 5 Autobots que aparecían en la primera película, Jazz, Ratchet, Ironhide, Bumblebee y Optimus Prime, sólo se mantienen a los dos últimos.
Nota final: 6
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